Quien fue EdwardBach ... |
Nació
el 24 de septiembre de 1886 en Mosseley, cerca de Birmingham, en una familia
de origen galés. Desde muy niño tuvo la vocación
de médico. Ni bien se recibió comenzó la Primera Guerra Mundial y al poco tiempo lo vemos como cirujano de guerra a cargo de un servicio de 400 camas. Trabajaba incansablemente y tenía una gran dedicación al estudio. En todos los lugares por donde pasó llegó a ocupar altos cargos jerárquicos. Como
le interesaba investigar las causas de las enfermedades se desempeñaba
al mismo tiempo como patólogo y bacteriólogo. Pensaba que
los médicos olvidaban lo más importante: la personalidad;
y se centraban exclusivamente en lo más superfluo: los síntomas. |
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En 1917 enfermó de cáncer y luego de ser operado los médicos le pronosticaron que le quedaban 3 meses de vida. Bach siguió trabajando para terminar sus investigaciones y su mal remitió sin ningún tratamiento. Allí se convenció de que una fuerte motivación, una meta en la vida contribuye a la sanación. En 1918, durante una epidemia de «influenza», inyectó a los soldados del ejército de Gran Bretaña una vacuna que él había inventado, salvando miles de vidas a estos soldados y a otros extranjeros. Observaba a las personas que le rodeaban en comidas a las que era invitado, estableciendo tipos o familias por comportamientos exteriores, tales como la manera de hablar o moverse, pensando que entre ellos formaban grupos o categorías que responderían de igual forma ante los tratamientos para diversas enfermedades. En 1918, las autoridades del University College Hospital obligaron a sus trabajadores a abandonar sus otros trabajos fuera del hospital, además de aplicarles ciertas normas de horario, etc., cosa que causó la dimisión de Edward Bach. Entonces organizó un pequeño laboratorio privado donde pudo seguir con sus investigaciones. Andaba bastante mal económicamente, pues todo el dinero que ganaba lo invertía en equipamiento para el laboratorio, lo cual le obligó a vivir (dormir y comer) en una diminuta habitación. Entonces apareció una plaza vacante en el London Homeopatic Hospital. La solicitud que Bach presentó fue aceptada, e ingresó en dicho hospital como patólogo y bacteriólogo en 1919, donde estuvo hasta el año 1922. Escribió
múltiples artículos y obras, dando siempre a conocer cualquier
pequeño descubrimiento a la profesión médica. Jamás
retenía ninguna información para sí mismo. Médicos
de otros países iban a trabajar con él en su laboratorio
para aprender las nuevas técnicas médicas. A los 42 años tenía su propio laboratorio, su consultorio en la calle de los médicos notables de Londres y también atendía en el hospital público. Había llegado a lo que todo profesional sueña: fama, honores, reconocimiento y dinero, destinado casi enteramente a sus investigaciones. En el tiempo en que estuvo en Londres ingresó en la Masonería, y tuvo contactos con otros grupos herméticos. Esto hace suponer que buscaba un conocimiento interior profundo, y el aumento progresivo de sus facultades sensitivas y poderes de curación nos hacen pensar que efectivamente encontró ese camino íntimo y particular que lleva a las verdades sobrenaturales. En efecto, Bach empezó a confiar cada vez más en su intuición y percepción, y cada vez menos en los métodos ortodoxos de investigación. En este mismo año había tomado la decisión de dejar Londres y adentrarse en los bosques que siempre había añorado; para este hombre la naturaleza significaba mucho más de lo que podemos imaginar. Se despidió de sus amigos y fue descubriendo su gran sensibilidad para las plantas. Vendió sus bienes, destruyó su laboratorio y sus escritos y partió con una valija rumbo a los bosques de Gales. La gente que le rodeaba no daba crédito a esa decisión, e intentaron convencerle de que era una estupidez dar tal paso. ¡No entendían cómo el eminente doctor Bach podía abandonar ese trabajo tan excelente para ir a recoger "plantitas" al campo! Pero en el fondo Bach sabía que lo que iba a hacer no era cualquier cosa. Su intuición le marcaba el camino y él la obedecía. Así, abandonó todo, quedando sin trabajo y sin ingresos. Además, desde entonces hasta el final de su vida, no cobró dinero a ningún paciente. Los ingresos que recibía provenían de donaciones voluntarias de pacientes o amigos. Nunca llegó a preocuparse por el dinero, porqué sabía que estaba realizando una misión que le venía encomendada desde la divinidad; y esa divinidad jamás le dejaba sin sustento. Sencillamente, cuando hacía falta el dinero, aparecía por un lado o por otro. Buscó los remedios para los estados emocionales que le aquejaban, y encontró la impatiens y el mímulo, cerca de la ladera de una montaña. Más tarde halló la clematis, y los tres fueron acordes con su miedo, su prisa o sus sueños. Así fue encontrando, según sus estados anímicos, las flores que curaban la desconfianza, el exceso de preocupación, el pánico, la duda, los celos, la inseguridad... Se dice de él que su sensibilidad enorme le permitía sentir las propiedades de los remedios al acercárselos a los labios; Bach consideraba la curación como un don divino y se entregó por entero, ayudado por contribuciones y regalos de amigos. Siempre encontraba lo suficiente y así descubrió los treinta y ocho remedios que obedecían a las pautas deseadas: no serían agresivos; el efecto sería amable y seguro; producirían la curación del cuerpo y de la mente; no causarían dolor. Tomó solamente algunas maletas y un puñado de libras provenientes de la venta de su laboratorio. Cuando llegó a Gales se dio cuenta de que en lugar de la maleta que había llenado de material de laboratorio para preparar los remedios, se había llevado consigo otra que estaba llena de zapatos. Este error se demostró muy simbólico, pues para encontrar los remedios tuvo que andar muchas millas por bosques y montes, y en cambio nunca necesitó ese material de laboratorio. Estuvo viviendo en varios pueblos de Gales, cambiando a menudo de domicilio, según marcaba el curso de sus investigaciones. En este punto se habrán dado cuenta del por qué del ícono elegido de los zapatos. |
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Mediante su intuición comprobó que las propiedades de las flores se transferían al rocío de sus pétalos cuando el sol lo calentaba. Así, pudo comprobar que llenando de agua un bol de vidrio y cubriéndolo con flores, se transferían las propiedades de la flor al agua, cuando se dejaba el bol al sol durante unas cuatro horas. Además, podía notar cuáles eran las propiedades curativas de una flor, simplemente poniéndose un pétalo en la palma de la mano o debajo de la lengua. Como diría él mismo, nunca hasta entonces había tenido un laboratorio tan bien equipado. Ese verano escribió el libro “Cúrese Usted Mismo”. En él, define cuál es la causa de toda enfermedad: la falta de armonía entre la personalidad y el alma. Escribió también el libro “Los Doce Curadores”, el cual describe los doce primeros remedios encontrados por Bach en sus largas excursiones por los bosques de Gales asistido por su intuición. En 1932 escribió el libro “Libérese Usted Mismo”. No se preocupaba por el dinero, cada vez que estaba en aprietos, recibía de algún lado un cheque de algún paciente o alguien que le donaba algo. Durante todo este proceso de investigación, se rodeó de asistentes que le ayudaban en sus visitas médicas y demás actividades. Dichos asistentes no poseían estudios de medicina, cosa que propició uno de sus problemas con el Consejo General de Medicina, el cual le amenazó con retirarle la licencia médica. Sorprendentemente, el Consejo nunca le retiró la licencia. No sabemos mucho de su vida íntima. Estuvo casado 2 veces; su primera esposa murió y con la segunda, de la cual se separó, tuvo una hija. Era un hombre apasionado y vehemente, sencillo e informal en sus hábitos, y que gustaba conversar con los aldeanos y pescadores. Fue secundado en sus búsquedas y experiencias por una radióloga muy hermosa, Nora Weeks que lo acompañó hasta sus últimos días. Su sensibilidad era ya tan grande, que pocas horas antes de recibir a un paciente, notaba él mismo los síntomas que padecía dicho paciente. Así, cuando éste llegaba, el Dr. Bach ya sabía perfectamente qué remedio necesitaba. Bach dio por concluido su sistema floral, pues expresó que todos los estados negativos del hombre quedaban cubiertos con las 38 flores descubiertas. Por lo tanto no tenía ningún sentido añadir más flores. Poco tiempo después, en noviembre de 1936 murió mientras dormía, en su casa de Sotwell, con la certeza de haber cumplido su misión en la vida encontrando estos treinta y ocho remedios vibracionales. En definitiva, consiguió lo que siempre había buscado: una medicina simple, lo más simple posible, que pudiera ser practicada sin necesidad de conocimientos de medicina. La sencillez y efectividad de su obra fue su obsesión. En su obra definitiva “Los Doce Curadores y Otros Remedios”, Bach nos da la descripción de su método (es decir, la parte teórica de su método floral); dicha descripción abarca apenas un párrafo para cada flor. Más sencillo imposible. Y por experiencia, más efectivo imposible. |