Ataques de Pánico, Ataques de Ansiedad
Ataques
de ansiedad o ataques de pánico parecen cada vez más frecuentes
en el mundo moderno. Sin embargo, probablemente son tan antiguos como
el ser humano, ya que en realidad un ataque de pánico es la forma
que tiene el cuerpo de detectar y prepararse para huir o luchar ante un
peligro inminente (fight or flight).
Una
vez que comprendamos que no nos vamos a morir de un ataque de pánico,
que es una reacción perfectamente normal ante la percepción
por parte de nuestro cerebro de un posible peligro ya estamos a medio
camino de curar nuestros ataques (en el mejor de los casos) o, al menos,
convivir con ellos.
Hay
que procurar idenfiticar las situaciones que
nos produczan ansiedad y luego "reeducar" nuestro cerebro para
que comprenda que en realidad estas situaciones no son peligrosas y que
no es necesario que nuestro organismo se ponga en "alerta roja"
cuando se produzcan.
Existe
mucha información en Internet que nos puede servir para comprender
y, ojalá, corregir ataques de pánico. Hemos recogido lo
mejor de los sitios de mayor credibilidad y hemos consultado a los expertos
para recopilar este pequeño guía sobre los ataques de pánico
o los ataques de ansiedad. Esperamos que sea útil.
No
obstante, si crees que sufres ataques de pánico, recomendamos que
acudes a un experto para comprobar su diagnostica y recibir tratamiento.
Con un tratamiento adecuado es posible curar los ataques de pánico,
perder el miedo ante momentos de ansiedad y volver a llevar una vida normal.
¿Qué es un ataque de pánico?
Un ataque de pánico es la preparación de su cuerpo para
afrontarse a una situación de extremo peligro. Hace miles de años
un ataque de pánico era una reacción muy útil.
Los seres humanos no tenían dientes afilados y tampoco agarros,
así que tenía que reaccionar de forma muy rápida
ante una amenaza. Tenía dos opciones: correr o luchar. Un ataque
de pánico era una respuesta biológica para ambas opciones
en un momento en que no había tiempo para pensar. El cerebro percebía
un peligro e inmediatamente se ponía en marcha para facilitar la
capacidad de respuesta.
Todas las síntomas de un ataque de pánico tienen su razón
de ser si se considera el problema dentro del contexto de la historia
de la humanidad.
El cuerpo cambia sus prioridades desde la supervivencia a largo plazo
a la supervivencia a corto plazo, generando nuevas hormonas como la adrenalina,
aumentando la presión sanguínea y aumentando la velocidad
de respiración para poder lograr un esfuerzo muscular mayor.
Las piernas y las manos tiemblan porque los músculos más
grandes de las piernas se están preparando para correr, y los de
los brazos para luchar. Las manos y pies sudan, para mejorar su capacidad
de agarrarse a las cosas.
El flujo sanguíneo se va desde el estómago hasta los grupos
musculares más importantes donde será utilizado en caso
de emergencia. Por eso personas que expermientan ansiedad con frecuencia,
también sufren amenudo problemas digestivos.
Las
pupilas de los ojos pueden dilatar durante un ataque de pánico.
Esto permite recopilar más información sobre la situación.
Muchas personas tienen ganas de vomitar o hacer diarrea. Esto también
se puede ver desde una perspectiva de supervivencia al vomitar o defecar
no solo se pesa menos y se puede correr más, sino que resulta menos
apetitosa ante una amenaza carnívora.
Cómo
Curar los Ataques de Pánico
Los tratamientos actuales suelen consistir en terapias de tipo psicológico
que nos ayudan a comprender que hay muchas personas que sufren lo mismo,
que es una condición muy común, que no nos estamos volviendo
locos, que no nos vamos a morir por esto. Se trata de lograr una reestructuración
cognitiva, es decir, de cambiar la forma de pensar del paciente.
Una
vez el paciente se sienta más positivo, optimista y realista ante
su problema, el terapeuta le ayudará a identificar el "gatillo"
que suele provocar sus ataques de pánico. Esto puede ser un pensamiento,
una cierta situación, una cierta actividad o algo tan sutil como
un pequeño cambio en el latido del corazón. Una vez que
el paciente identifique qué, en su caso, actúa como gatillo
o detonante de un ataque, puede aprender a controlar las síntomas
que vienen después.
La
última fase del tratamiento suele centrarse en ayudar al paciente
realizar aquellas actividades que evite por miedo a que le provoquen un
ataque de pánico. Se trata de hacerle ver primero, que en realidad
no siente miedo ante estas actividades en sí (conducir, entrar
en sitios con mucha gente, beber café, subir en un avión,
hablar en público.....).
En realidad tiene miedo a sufrir un ataque de pánico mientras las
realice. Luego aprende que los síntomas de ansiedad que puede sentir
al realizar estas actividades no tienen por qué convertirse en
un ataque de pánico y que pueden ser controlados por el propio
paciente.
La terapia ayuda al paciente poco a poco a recobrar su confianza, a controlar
las síntomas y a perder el miedo de sufrir un ataque y, como consecuencia,
a realizar las actividades que antes evitaba con total normalidad. Suelen
ser tratamientos muy graduales (nunca de golpe o forzados) que permitan
al paciente recobrar paulatinamente la confianza en si mismo y perder
las fobias adquiridas.
Técnicas
de relajación pueden ayudarnos a "navegar" por un ataque
de pánico, como si el paciente estuviese navegando un barco por
las olas. Tanto técnicas de respiración como de visualización
pueden ayudar a tener menos miedo durante un ataque, a lograr que sean
más cortos e incluso a prevenir futuros ataques. La homeopatía
también puede ser una buena opción para aquellas personas
que prefieren evitar los medicamentos fuertes.
Finalmente,
puede ser útil compartir tus experiencias con otras personas que
han experimentado un ataque o, en algunos casos, han aprendido a convivir
con su ansiedad.
Fuente:http://www.euroresidentes.com/salud/consejos/ataques-panico.htm
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