El
síndrome «aulaga» se desarrolla por lo general dentro
del marco de prolongadas luchas, acompañadas de fracasos y errores,
ya sea por la salud o hacia una meta importante en la vida. Es expresión
de un agotamiento interior, de una perturbación del equilibrio
entre tomar y dar. Para llegar a este estado hay que tener normalmente
la predisposición típica que se describió al comienzo;
pero al aparecer ésta más o menos acentuada en todos los
seres humanos, cualquiera puede en principio perder sus esperanzas ante
un golpe muy duro del destino.
Por ese motivo es importante, por muchas ganas de vivir que se tengan
y alegres que sean las expectativas, conservar la idea de que a la fachada
alegre de la vida con sus deseos y alegrías se le contrapone siempre
una dimensión más profunda e importante, que es la que da
a todos los sucesos su valor y sentido. Es una sutil huella del carácter
transitorio de todas las cosas y alegrías terrenas, que al mismo
tiempo hace presentir una eternidad incomprensible.
El religioso expresa su esperanza con las palabras «El hombre no
puede caer más hondo que la mano de Dios». Quiere decir con
ello que todas las pérdidas, desilusiones y males que padecemos
carecen en última instancia de valor en vista de aquello de lo
que trata nuestra existencia. Todo lo que sufrimos tiene un sentido más
profundo y sirve para «la curación de nuestra alma»,
algo que no podemos concebir ni describir, lo mismo que sucede con la
meta verdadera de nuestra existencia.
Quien ha perdido este conocimiento instintivo, dudando de la falta de
sentido y la «maldad» de este mundo, cae en el estado de «aulaga»,
en el que no encuentra motivo alguno para tener unas expectativas positivas.
Pero sin el «principio de la esperanza» no podemos vivir,
no podemos comenzar el día, no podemos respirar, pensar ni actuar.
Impertérritos esperamos que todo salga bien o que irá mejor.
Si no hay esperanza la vida se retira.
Sin embargo, puesto que mientras que la persona vive sigue habiendo en
ella vida y un elemento orientado hacia el futuro, existe por lo general
la posibilidad de volver a despertar la esperanza y avivar la llama de
la vida. Para ello hay que buscar con sensibilidad en qué punto
ha actuado la palanca destructora, dónde la persona de tipo «aulaga»
ha sido dañada en su nervio vital. Muchas veces para los que están
fuera de ella los motivos pueden resultar triviales y carecer de importancia,
pero para quien se siente afectado ahí puede estar todo el sentido
de su vida. Si se consigue volver a abrir la puerta en este punto decisivo,
poner ante la vista del que duda de un modo creíble la satisfacción
de sus anhelos o motivarle hacia otros objetivos o deseos, la esperanza,
y con ello la vida, pueden regresar a él.
El
aspecto positivo de GORSE hace que el individuo pueda sacar de su interior
nueva fuerza y esperanza volviendo a estar preparado para participar en
su propio destino. Comprende que todo se desarrolla según la Ley
interior ya pesar de todas las contrariedades sigue adelante. Aprende
a sufrir sin quejarse porque reconoce que a través de las pruebas
y experiencias aprende más.
Evolución
positiva
- Aceptación resignada y sin rabia de la adversidad.
- Regreso de la esperanza de curar.
- Abandono de la desesperación, que se reconoce como un claro obstáculo
para la curación.
- Mantenimiento de la esperanza a pesar de las recaídas.
El
alma de Gorse (de Dr. Edward Bach – Historia
de caminantes)
“La aulaga perdió todas sus esperanzas y dijo: No puedo
seguir. Continuad vosotros, yo prefiero quedarme aquí, donde
estoy, hasta que la muerte me libere de este padecimiento…
[…] Finalmente todos lograron salir del bosque. Ahora viven
como guías para todos aquellos caminantes que nunca han hecho
ese viaje… en calidad de “valientes caballeros”.
[…]
La aulaga relata a los caminantes durante la noche los progresos
que harán cuando el sol se levante de nuevo la mañana
siguiente.”
|
Mirá
este video!!! La
autocuración - Cómo crearnos nuestra salud - LOUISE L. HAY
|
Que
cada uno recuerde que su alma ha dispuesto para él
un trabajo particular, y que a menos que realice ese trabajo,
aunque no sea conscientemente, dará lugar inevitablemente
a un conflicto entre su alma y su personalidad, conflicto
que necesariamente provocará desórdenes físicos.
Dr. Edward Bach |
|
Cuando
un guerrero aprende a parar su diálogo interno, todo es
posible, hasta los proyectos más descabellados se vuelven
factibles.
Carlos Castaneda |
|
|