Trabajando con las flores ... CENTAURY

 
Louise Hay: tratamiento de merecimiento marzo 27, 2008

Yo me merezco todo lo bueno, no algo, un poquito, sino todo lo bueno.
Ahora disuelvo cualquier pensamiento negativo o restrictivo.
Me libero y disuelvo todas las limitaciones del pasado.
No me ata ningún miedo ni limitación de la sociedad en la que vivo.
Ya no me identifico con ningún tipo de limitación.
En mi mente tengo libertad absoluta.
Ahora entro a un nuevo espacio en la conciencia, en donde me veo de forma diferente.
Estoy creando nuevos pensamientos acerca de mi ser y de mi vida.
Mi nueva forma de pensar se convierte en nuevas experiencias.
Ahora sé y afirmo que formo una unidad con el Próspero Poder del Universo.
Y por lo tanto recibo multitud de bienes. La totalidad de las posibilidades está ante mi.
Merezco la vida, una vida buena.
Merezco el amor, abundante amor.
Merezco la salud.
Merezco vivir cómodamente y prosperar.
Merezco la alegría y la felicidad.
Merezco la libertad, la libertad de ser todo lo que puedo ser.
Merezco muchas cosas más que todo eso: merezco todo lo bueno.
El Universo está más que dispuesto a manifestar mis nuevas creencias
y yo acepto la abundancia de esta vida con alegría, placer y gratitud.
Porque me lo merezco lo acepto y sé que es verdad.
Así Es.
Gracias Amado Universo.

Poniendo límites

Muchos problemas interpersonales (entre nosotros y los demás) sobrevienen al no poner los límites adecuados. Cuando se trata de los hijos, tenemos en claro que precisan límites y la importancia de este punto en la educación que les impartimos. Pero en el caso de los adultos que nos rodean, solemos dudar con respecto a qué punto llegar, en qué casos hacer algo, incluso medimos la reacción del otro… ¿Cómo ponerle límites a nuestra pareja, a nuestras amistades, a nuestro jefe?

Según el Dr. Gottman, “Poner límites es el primer paso en una estrategia diseñada para resolver problemas”.

Si te sientes agobiado por las presiones que recibes de otra persona, porque no te está dando tu lugar, porque tiene exigencias desmedidas, porque no te trata como te mereces o por la razón que consideres válida, ¡ha llegado el momento de “pintar la raya”!

Para poner límites: no es preciso enojarse ni gritar, sino estar seguros del lugar que ocupamos y de qué queremos (o no queremos) en nuestra vida. Desde la seguridad interna, será fácil hacerlo con naturalidad. Hablemos claramente para explicar nuestra posición, con actitud firme.

Tengamos congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Si no sostenemos nuestras palabras con nuestros actos, no estamos poniendo un límite, sino malgastando nuestro tiempo y nuestra energía, y lo que es peor, desvalorizamos nuestras palabras. ¡Ya no creerán en ellas en el futuro!

No hace falta esperar a que una situación estalle: si te molesta una, dos o tres veces, es más que suficiente para que actúes.
Es necesario saber qué estamos dispuestos a aceptar y qué no, y defender nuestra postura. En una pareja, siempre se cede en algo y se hacen concesiones lógicas, es útil saber en qué situaciones no lo haremos.

También debemos saber qué queremos lograr (por ejemplo, que nos respeten, que no nos griten, que no hagan lo que quieran en situaciones que nos involucran).

En una pareja, además de las metas en común y de los proyectos compartidos, cada persona necesita alcanzar sus propios objetivos y poner sus propios límites. Si uno de los miembros de la pareja no lleva las riendas de su propia vida, le está dando al otro la posibilidad de que lo haga.

Recuerda que un límite flojo o poco claro se diluye en el tiempo… ¡Poner límites es sinónimo de protegerte y de respetarte!

Artículo publicado por Merlina Meiler


 
Establecer límites en las relaciones personales
Escrito por Mercedes | 9 febrero 2011 | Relaciones - límites

Es indudable que es necesario ser educado y amable con los demás si queremos que relacionarnos con los demás. De otro modo, será muy difícil que podamos establecer relaciones personales satisfactorias, que nos llenen y que formen una parte importante de nuestra vida, ya sean de pareja, familiares o de amistad.

El problema surge cuando somos demasiado buenos y educados, incapaces de decir no cuando queremos decirlo o de poner alguna de nuestras prioridades por encima de las de los demás. Esta situación no se debe a que no sepamos relacionarnos, sino a que no sabemos establecer límites en nuestras relaciones personales.

Si creemos en una familia funcional, cuyos miembros tengan unos límites sanos que les permitan convivir sin caer en la manipulación o la dependencia, nosotros interiorizaremos esos límites y los utilizaremos sin apenas darnos cuenta. El problema surge si nos criamos en familias disfuncionales, donde esos límites apenas existen o, si lo hacen, rara vez se respetan. Es en este caso cuando nos hacemos vulnerables a la manipulación de los demás y podemos terminar dependiendo de ellos.

Para establecer relaciones basadas en límites sanos, es necesario seguir una serie de pautas:

- Explicar lo que nos molesta: No se trata de estar todo el día quejándonos, pero si algo realmente nos molesta en nuestra pareja o en un amigo deberemos decírselo, siempre de forma calmada y respetando los sentimientos del otro, para lograr resolver la situación.

- Aprender a negociar: No siempre podremos conseguir nuestros objetivos, por lo que podemos establecer acuerdos con las personas con las que mantenemos diferencias.

- No ser extremista: Poner límites no significa poner siempre las propias prioridades por encima de los demás. Es necesario tener en cuenta las necesidades del otro y valorar cómo comportarnos en cada ocasión.


ARRIESGARSE…SOY LIBRE!!

Reír, es arriesgarse a parecer loco,
llorar, es arriesgarse a parecer sentimental.
Ofrecerse es correr el riesgo de implicarse.
Explorar las ideas o los sueños en público es arriesgarse a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser amado.
Vivir es arriesgarse a morir.
Esperar es correr el riesgo de desesperarse.
Intentarlo es arriesgarse a fallar.
Pero tenemos que arriesgarnos, porque el mayor fracaso de la vida es no arriesgar nada.
Aquellos que no arriesgan nada, no hacen nada, no tienen nada, no son nada.
Evitan el sufrimiento pero simplemente no pueden aprender, ni sentir, ni cambiar, ni crecer, ni amar, ni vivir.
Encadenados por sus servidumbres son esclavos.
Han olvidado la libertad.
Sólo a aquellos que arriesgan se les puede llamar LIBRES.

http://poderdelreiki.blogspot.com/2011/06/arriesgarsesoy-libre.html