Trabajando con las flores ... CHICORY

Achicoria (Cichorium intibus)

Es un planta pequeña, muy ramificada (relaciones personales, familia), de tallos resistentes, de poco mas de un metro de altura que pertenece a la familia de las Compuestas con flores estrelladas de color azul y de pétalos abundantes y dentados que siguen el compás del sol y florecen casi todo el año aunque solo se conservan por un día.

Muy resistente a los fríos, a los vientos y a las sequías. (Recordemos que en su estado positivo ofrece a los demás protección y seguridad).

Sus propiedades fitoterapeuticas se conocen desde el tiempo de los egipcios y Galeno la calificó con el nombre de "amiga del hígado". Es hepática, digestiva y laxante.

Cuando Bach se refiere a Chicory la asocia con el manto de la Virgen María, el azul como el color devocional, noble y despegado de las ambiciones terrenales. Las hojas son utilizadas para ensaladas y la raíz es secada al sol, molida y adicionada al café para mejorar su sabor. También se la conoce con el nombre de amargón. Es una planta perenne que florece a principios del verano hasta principios del otoño. De hojas verdes brillantes, son un poco vellosas (haciendo referencia a la sensibilidad).

Su raíz es larga, carnosa, el tallo es fino, recto, flexible, áspero, con ramas separadas. Las hojas tienen forma de lanza y son dentadas, recordando al Diente de León. La flor es de un bello y luminoso color azul que se abre al nacer el día y muere al llegar la noche donde alcanzan su mayor esplendor.

No es una flor para ser soslayada, su sola presencia se impone y no escapa a la atención de nadie la belleza de su estructura y la prestancia de su cromatismo. Tal como lo hace la personalidad chicory.

Su nombre científico es Cichorium intybus, crece en los suelos calcáreos, por lo general junto a los caminos. Su nombre proviene del griego kio: caminar y chOlion: campo.

Cuenta la leyenda que una hermosa muchacha de ojos azules prometió a su amado, que marchaba a la guerra, esperar su regreso a la vera del camino. El tiempo pasó contado en años y el ansiado retorno no se producía. Y la muchacha deambulaba triste aferrada a su promesa. Entonces la divinidad se apiadó de ella facilitándole su estadía al costado de los caminos del mundo en forma de achicoria.

Desde la Edad Media, la achicoria ha sido empleada en usos medicinales. Con el nombre de Sol-sequim aparece en las leyes agrarias dictadas por Carlomagno.
Paracelso la recomendaba en emplastos para las irritaciones de la piel y en infusión para tratar enfermedades del sistema digestivo y del hígado y como estimulante de la bilis.
Esta planta también puede utilizarse para el lavado de eczemas.

Manfred (1991) sostiene que “generalmente se usa el jugo exprimido de la raíz, del cual se toman 4 cucharadas por día, o haciendo hervir 30 a 50 gramos de la raíz cortada y secada a la sombra en un litro de agua, debiendo hervir hasta que el agua quede reducida a medio litro”

Usando esta agua durante largo tiempo –agrega el autor- en tomas de una cucharada cada dos horas, desaparecen los trastornos del hígado, de las almorranas, de la ictericia y de la hipocondría; limpia los riñones, el bazo y la vesícula.

Es la achicoria fuente de vitamina B1. Asimismo es aperitiva y tonificante del estómago y las funciones digestivas gracias a varios de sus componentes. Por un lado y tal como se señaló, cuenta con la intibina que se caracteriza por su efecto colagogo al tiempo que colabora en el buen funcionamiento del hígado. Por otra parte, aporta inulina, un hidrato de carbono abundante en las hojas y en la raíz, que estimula el apetito y favorece la digestión.

Es también buena para la vista, en particular para quienes padecen fotofobia, sequedad ocular o ceguera nocturna.

Su contenido de beta-caroteno o provitamina A la constituyen también en un buen antioxidante preventivo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer, mediante el bloqueo del efecto dañino de los radicales libres y la reducción del colesterol LDL, llamado “colesterol malo”.

La raíz de la achicoria, tras un proceso de secado, tueste y pulverización fue utilizada en España en las décadas de crisis de 1940 y 1950 para la preparación del dado en llamar “café de los pobres”.

Finalmente también se ha comprobado en esta planta un suave efecto diurético derivado de su contenido de agua y potasio y discretamente laxante debido al aporte de fibras.