QUIENES NO HAN CERRADO HERIDAS: -
Quienes no han cerrado heridas suelen ser personas temerosas del futuro
y, con frecuencia, tienen a flor de labios un “pero es que...”,
un “y que tal que...” o un “este no es el momento para...”,
es decir, buscan continuos justificantes para la no acción, para
el no avance.
- Quienes no han cerrado heridas, no solamente pasan por la vida “mirando
por el espejo retrovisor” sino que tienen como patrón de
comportamiento señalar que lo que otros hicieron o dejaron de hacer
en pasados años, días o meses, es la causa directa de que
ellos no hayan podido alcanzar sus sueños. No dudan en señalar
a otros como responsables de lo que a ellos les sucede. En términos
más psicológicos, son personas con locus de control externo.
- Quienes no han cerrado heridas, con frecuencia, viven en función
de criticar a los demás y no son capaces de reconocer los logros
de otros y de dar crédito a que los mismos se deben a la inteligencia,
entereza o habilidades de ellos, sino que pregonan que lo que los demás
han obtenido ha sido producto de la suerte, del destino, de las influencias
o. inclusive, de las trampas o artimañas utilizadas.
- A quienes mantienen heridas abiertas, les cuesta mucho “gozarse
con los que se gozan” y les es difícil felicitar sinceramente
a otros por sus avances y conquistas.
- Las personas que tienen heridas emocionales sin cerrar, buscan que los
demás los compadezcan por “la vida tan dura que les ha tocado”
y encuentran satisfacción en que se les diga: “antes no estas
más mal”, es decir, adoptan una posición de víctimas
y les encantan las políticas asistencialistas de las personas y
de los gobiernos.
- Quienes tienen heridas sin sanar, tienen temor a establecer relaciones
serias de pareja y por ello son superencantadores cuando las relaciones
se mantienen en lo superficial, pero, a medida que se les pide asumir
compromisos, o que ven que las relaciones van tomando visos de madurez,
provocan situaciones que lleven a la ruptura.
- Cuando alguien no ha cerrado bien sus heridas, se deja dominar por el
temor de dejar la casa paterna, y en los casos en que se atreven a dejarla
solo lo hacen físicamente, pues no ponen limites a las relaciones
permitiendo o invitando a sus padres a que tomen parte de las decisiones
al interior de la pareja como por ejemplo: dónde vivir, como decorar,
cuando y cuantos hijos tener, entre otros.
- Si no han cerrado adecuadamente sus heridas, cuando son padres, estas
personas se interponen continuamente en las relaciones sociales y amorosas
de sus hijos, manifestando que ninguna persona “da la talla”
de los que su hij@ merece.
- Quienes tienen heridas sin cerrar, pueden llegar al extremo de enfermar
a sus propios hijos para obtener ganancias secundarias, como por ejemplo,
asegurarse compañía (Síndrome de Munchausen)
- Cuando una persona no ha cerrado sus heridas, ante la muerte o separación
de un ser querido, suele hacer duelos complicados porque cree que ellos
le dejaron el mandato de que, la única manera de demostrarles que
si fueron queridos, es que jamás vuelvan a ser felices y, en consecuencia
suelen sentirse mal por sentirse bien.
- Quienes no han realizado el proceso de cerrar sus heridas, “no
se alegran, pero sienten un fresco” cuando otros fracasan, pues
ello les hace sentirse mejor dado que “es bueno confirmar que somos
los únicos caídos en desgracia…”.
Por
otro lado; quienes han realizado el proceso intra e interpersonal que
permite cerrar heridas, se colocan en disposición para poder, sin
ningún lastre, realizar el proceso de abrir puertas.
QUIENES
ABREN PUERTAS: -
Quienes abren puertas para si y para otros, reconocen, tanto con la razón
como con la emoción, que las partidas y las separaciones son inherentes
al hecho de estar vivos.
- Las personas que han dado el paso para abrir puertas, se dan el permiso
de llorar cuando experimentan alguna tristeza, pues reconocen que las
lágrimas son una respuesta natural a la aflicción.
- Los que se colocan en posición de abrir puertas, no temen mostrarse
vulnerables, de manera que pueden hablar con otros de sus temores y vacíos,
dándose la posibilidad de recibir expresiones de apoyo y compañía.
- Quienes abren puertas, reconocen que hay cosas que no se pueden manejar
solos y, en consecuencia, se permiten buscar ayuda.
- Las personas que cerraron sanamente sus heridas y abren puertas, prefieren
abrazar a otros que abrazarse a la pena.
- Quienes abren puertas son capaces de reconocer y expresar sus emociones,
pues comprenden que no hay emociones buenas ni malas sino emociones expresadas
adecuada o inadecuadamente y que el mayor problema es no darle palabras
al dolor, pues cuando esto no se hace el cuerpo habla a través
de las enfermedades.
- Quienes han determinado permitir que sus heridas cierren, a pesar de
lo doloroso del proceso, y abren nuevas puertas, construyen un recuerdo
agradecido de las personas que les acompañaron por algún
momento, largo o breve de la vida, pues comprenden que cada persona que
nos acompaña en el camino de la vida trae una lección que
no debe ser desestimada.
- Los seres humanos que abren puertas generan para si y ayudan a otros
a generar identidades diferenciadas, pues saben que obligar a otros a
cumplir los sueños propios, equivale a impedir que ellos realicen
los suyos.
- Para estar en el grupo de quienes abren puertas, hay que tomar la determinación
de no reprobar el curso en el que nos inscriben quienes se separan de
nuestro lado, y se disponen a integrar la experiencia vital de la pérdida
y construir sentido a partir de la experiencia compartida y la nueva etapa
que viene con toda pérdida.
Mediante
este escrito, la pretensión es que nos cuestionemos sobre que la
posición que estamos asumiendo ante la vida y lo que ella nos coloca
como tarea. ¿Estamos aún en el lado de los que mantienen
sus heridas sin cerrar y sin sanar? o ¿ya estamos realizando las
acciones necesarias para ser de aquellos que abren puertas para si y para
otros? Tal vez este momento del año es una excusa perfecta para
darnos a la tarea de entrar en el próximo más sanos y sin
ataduras que nos amarren a lo que nos hicieron a dejaron de hacer en el
pasado o a lo que nos dijeron o dejaron de decir; pero también
para hacer lo que corresponda para reparar las heridas causadas a otros
por lo que hicimos o dejamos de hacer o por lo que dijimos o dejamos de
decir.
Fuente:
e-emergencia.com |